No, no te he perdido a ti,
he perdido tu voz apagada,
esa que, a cualquier hora,
si me atrevía a buscarla
estaba, siempre, ahí.
No, no te he perdido a ti,
he perdido tu aroma,
el rastro de que, una vez,
hace pocas eternidades
yaciste donde estoy ahora.
No, no te he perdido a ti,
he perdido tus llamadas,
que sonase el teléfono
y decir sin equivocarme:
<<Seguro que es ella>>
No, no te he perdido a ti,
he perdido tus dientes,
que se cernían en torno
a mi cuello o a mis labios
como valientes soldados.
No, no te he perdido a ti,
estoy seguro ,
lo que yo he perdido
es… en sí,
el mundo.
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