Inclinados los ojos sobre una sombra,
fijados, pendidos en el vacío,
sonriendo, acaso, con sus pupilas
o, quizás, simplemente llorando.
Encerrada en los ojos una silueta
evanescente, de frágil sueño,
al despertar, acaso las pupilas
se atreverían a sonreír de nuevo,
Una sonrisa que es tristeza
una alegría arrancada
de sus recuerdos
Unos ojos que son verdes
unos ojos que son los tuyos
pedacitos de mar y cielo.