Tienes las piernas colgando sobre el vacío
y el pelo volcado sobre tus hombros,
las nubes, oscurecidas a lo largo de la tarde,
siguen vertiendo su llanto lloroso…
Huele, huele a césped, a tierra empojada,
huele a grietas en las paredes…
huele…
a fango arrastrado por la calzada…
Pero no se oye nada…
…porque solo estamos
…nosotros…
y aquellas nubes, cargadas de agua...
...y aquella destrucción sorda... |