Nunca desnudaría mi alma ante tu mirada entrometida,
nunca sometería mis palabras al examen de tu paladar,
jamás rendiría mi lengua al sucio servicio de tus oídos,
de toda mi demencia, jamás entreverías lo más mínimo…
Nunca tomaría tu mano, nunca jugaría al juego de tu piel,
jamás me volcaría en ti, jamás descosería mi hocico,
insolente, para remendar una perfecta y afilada mentira
que te ayudase a someterte, dócil, a la altura de mis pies…
Yo jamás bebería del agua que da el origen a tu sed,
jamás te haría una pregunta incorrecta en un momento…
inadecuado, nunca te arrastraría a hacer conmigo todo
aquello que tanto has deseado, siquiera lo había pensado…
|