Pierdes la vista, traviesa,
en la delgada línea trazada
por la mirada del horizonte,
déjame encontrar en tí
el lugar donde más tiempo
tarde en buscar al amanecer
la rosa de los vientos...
Quiero llevarte allí,
allí donde podamos perdernos,
pacífico quiero; visitar el océano
que habita a tus ojos;
atravesar la cascada de caramelo
que rompe, espeso,
su clamor sobre tus hombros...
Déjame atraparte,
contenerte
en un chasquido de dedos,
déjame atraparte,
tenerte siempre
en un instante tan largo
como el brillo de un destello.
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