Espero como un pájaro muerto en la carretera.

Permanezco atento con mis vidrios oscuros a tu reflejo en cada cristal, mientras sigues los pasos que mi sombra deja atrás…

He descubierto nuevos acantilados bajo mi almohada. Un péndulo marca cada paso a un tiempo que nació para olvidar.

Tu piel llega aún más lejos que mi vista. Aquellos árboles sin hojas, muertos, necesitan el olor de tu aliento para volver a respirar… La distancia siempre dura más que el tacto…

Tus arterias siempre ocupan más.

Estás encerrada en un sueño, no sé escapar de la realidad.

Busco sin dirección un camino que sepa cómo llevarme atrás, castillos erguidos en colinas de recuerdos… Solo los encuentro dentro de tus ojos, de tu boca y bajo la ropa que tu carne separa del calor de mi hogar.

He doblado una pajarita de cristal con las manos. Dejada al final del camino, espera como un pájaro muerto la vida que, dentro de tu aliento, la hará adentrarse en el océano y volar.

Enfermo como las nubes grises. Relámpagos rugen con furia. Arde, quema, teme la soledad...